Para Juan de la Cabada
por el mismo nombre.
Tarrarrura de Dios, tu porcelana
dormida bajó al fondo de los ríos,
calcinaron la niña lentos fríos,
feroz corriente asesinó la gana
de contar, Tarrarrurra, la mañana,
la noche y entrenoche, escalofríos
de oscuros potros de placer, Navíos
carnales, inocentes. La semana
corría entre sórdida y cristiana
sobre cuentos de búfalos baldíos;
dame en tu seno, niña de avellana,
a tus ojos de almendra, mi cuidado,
mi fuego abrir contra tu cruz ligera,
morirme de niñez ajusticiado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario