Para Emma Villarreal
Mi indiscreción en los cafés
es mi conciencia.
La gente se pregunta
y con sordina
se responde a fuego.
Yo leo
para enterarme -en mi lectura-
de aquella murmurante intimidad.
Hablan de lo mismo que yo,
idénticas palabras,
con las mismas personas prohibidas,
y a la misma hora,
con el mismo mórbido silencio
detrás de las mismas camareras
de sombra retentiva.
Ignoro las respuestas.
Oigo y sueño.
Bailan demonios en mi libro.
Está en chino.
Y paro las orejas
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