Para María Emilia Chávez Lara
En ese punto de la edad te quiero,
la mar de sílabas antes del punto final.
En aquella oración subordinada,
el meollo del párrafo,
la sangre del concepto.
O en ese punto de la vida amorosa
donde la frase acaba
y un silencio como de Dios
llena los libros y los labios.
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