Para Mariana Chávez Lara
Los niños
reales como el primer crepúsculo.
No entendía yo
ni de vientos cardinales
ni de luces
ni del alborozo
de los niños mayores
en el mirador.
Miré la luna
sin el presagio del viaje nocturno.
Más descubrí
figuras que dibujaban mis ojos
con nubes y resplandor.
Y ese olor del árbol
en la tarde alta,
aroma de ternura.
Era yo un niño
como este que gira delante
y me hace perder el hilo de mis sueños.
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