Tu luz anochecida
se disuelve.
Y eras como cirio
tan alta,
tan blanca.
Y tu voz como llama.
Del interior florecía
la rosa,
el fuego,
la palabra.
De dónde viene el viento
y apaga de improviso
la voz
y las palabras
y las rosas.
También la memoria llevaría
si el corazón no fuera
honda raíz,
amante zarpa,
alma fiel,
perpetuo fuego.
Encendida memoria
el corazón.
Cera el amor.
Y nada se termina.
Acaso se consume,
se traslada.
Cambia de sustancia
no se acaba.
Tu amor en mí
tu luz no se disuelve,
no anochece
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