La máquina taladra los oídos
de los ciegos difuntos.
Abren una calle
sobre el cementerio viejo.
Toman corriente los faroles
del corazón de los muertos.
Las luces florecidas en los árboles
han vuelto hasta los ciegos.
Hacen contacto los muertos
con los hilos de su corazón.
Por esa calle van
los ojos milagrosos.
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